domingo, 15 de abril de 2018

Horizontales


Rafael Moneo, en su reciente conferencia tras recibir la medalla Soane, reconocía ser incapaz de encontrar un paradigma o patrón común que unifique a la arquitectura actual, algo que sí parecía existir en el Movimiento Moderno,  y animaba a arquitectos y expertos pero también a sociólogos y "cultural thinkers" a buscar pistas que pudieran dar explicación de nuestro enmarañado Zeitgeist. En estas circunstancias encontrar puntos de contacto en los últimos exponentes de la disciplina resulta complicado pero no imposible. Arquitectura Viva en su último número (203) lo ha conseguido, trayendo a primer plano varios proyectos localizados en Silicon Valley (las sedes de Apple a cargo de Foster, Facebook de Gehry -en la foto- y Google de BIG y Heatherwick), que tienen un denominador común: una vuelta a los campus alejados del centro de las ciudades agavillados en torno a una serie de  edificios de poca altura que, al contrario que los siempre agresivos rascacielos, no buscan amedrentar al ciudadano.

¿Esta vocación horizontal en las empresas dedicadas a la tecnología de la información es pura coincidencia o responde a una búsqueda de reflejar un mensaje (o incluso el dichoso Zeitgeist)? Quién sabe, pero es obvio que vivimos en una sociedad tan interconectada que la información ya no circula de arriba abajo, sino de manera horizontal y a velocidad de vértigo. ¿Cuántas veces nos hemos enterado de una noticia por whatsapp? Si nos ponemos tremendos, y hay razones para ello, habrá que echarse a temblar o a reír (o a ambas cosas a la vez) ante lo que esto puede suponer de degradación, a menudo penosa, de la calidad de la información que recibimos; pero que conste también que nos llegan al móvil memes que son verdaderas obras maestras del ingenio (hay mucho genio callejero suelto) por no hablar de cuántos relatos elaborados con horizontal pericia consiguen calar más que las historias oficiales, veraces pero impuestas en vertical...

Es lo que refleja la última y genial entrada (con potente traca final) de ¿Arquitectamos locos?, uno de mis blogs de cabecera, que manifiesta un comprensible rebote ante tanto intrusismo a menudo petardo (algo que no sólo sucede en su disciplina sino que se sufre en la mayoría de las profesiones "públicas"). Todo esto iba a ser un comentario que pensaba publicar en dicho blog, pero se ha hecho tan grande que al final lo he convertido en entrada del mío. A su responsable, Hernández Correa, arquitecto y autor de Necrotectónicas, quería decirle que se lo tomara con calma, que nunca se valorará igual la crítica hecha por un experto que el comentario de cualquier cantamañanas, y que la arquitectura (como otras actividades profesionales) es un poco patrimonio de todos porque todos la gozamos o sufrimos, cuando no la pagamos con nuestros impuestos. "Siempre he creído -dice Richard Rogers en A place for all people- que la arquitectura va más allá de la propia disciplina. La primera línea de los estatutos de mi estudio afirma: 'la arquitectura es inseparable de los valores sociales y económicos de los individuos que la practican y la sociedad que la sostiene'". Y así de horizontal acaba el libro: "Nosotros, los ciudadanos, también necesitamos un debate público más comprometido para celebrar y dar poder a los mejores arquitectos, para unirnos a la lucha por una mayor justicia e igualdad, y para exigir más a la profesión en su conjunto. Como afirma el juramento de los efebos atenienses, no es solo labor de los arquitectos sino de todos nosotros hacer nuestros pueblos, ciudades y nuestra sociedad mejores, más bellos, más compactos, más sostenibles y más justos".




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