domingo, 22 de marzo de 2015

Pesos pesados

¿Melilla? No, Fráncfort


Pues no nos movemos de Alemania para contarte que se acaba de inaugurar en Fráncfort la nueva sede del Banco Central Europeo, una de las patas de la ya ex-troika, y la que se ha montado. En los tumultos más de 300 activistas de grupos anticapitalistas como Blockupy han acabado en la cárcel. No hemos visto ningún blog o página web que se encargue de estudiar este edificio tan accidentadamente inaugurado, y nos hemos dicho, pero qué culpa tendrá él, venga vamos a abrirle una entrada a ver qué hay detrás.

Cielos...  Prix dando vida al Grossmarkthalle.
La torre es un proyecto del estudio austríaco de la ele retráctil, Coop Himmelb(l)au. Y es que según esté o no la letra en cuestión  el nombre de la firma significa cielo azul o construcción celeste. Y a eso se ha dedicado el estudio liderado por Wolf D. Prix, a asaltar el cielo con su rascacielos de 185 metros, que como dice la frase de moda (y de Marx), el cielo no se toma por consenso sino por asalto. Bueno, el cielo y el suelo. El edificio utiliza como base un edificio protegido de los años 20, un antiguo mercado de abastos con un aire Bauhaus, el Großmarkthalle (conocido popularmente como la iglesia de las verduras) utilizado en la Alemania nazi como punto de reunión para los judíos que iban a ser deportados a los campos de concentración. La zona del edificio destinada a ese fin ha sido preservada en la nueva sede, aunque por lo demás el antiguo mercado ha sido modificado (a veces con saña) para levantar la todopoderosa iglesia del dinero.

Volviendo a Prix, tiene guasa que se encargue el diseño de un edificio que va a representar el pilar económico de la construcción de la Unión Europea a un arquitecto tan beligerantemente deconstructivista, pero Europa tiene razones que la razón no entiende. La nueva sede, que se ha quedado pequeña antes de nacer (nadie previó, al parecer, el crecimiento exponencial del BCE), ha costado un 50% más de lo presupuestado, unos 1.400 millones de euros. Toma austeridad. Prix no acudió a la ceremonia de inauguración de la torre ni al paseíllo que se dio a los medios de comunicación para que vieran el nuevo icono europeo, seguramente por huir de la quema. En su lugar un arquitecto de la firma, con pinta de no, si yo sólo pasaba por aquí hace como que enseña la construcción y cuando le preguntan si el estudio ha querido decir algo con la quebrada forma del edificio parece como que improvisa medio en broma medio en serio que el edificio con sus dos torres apoyadas una contra la otra habla del difícil equilibrio que las instituciones europeas deben lograr para sacar adelante sus proyectos. En otro video Prix se defiende con una argumentación más bien pedestre: "La arquitectura es política. La arquitectura es pesada. Y como todo el mundo sabe el peso cuesta dinero. Y donde hay dinero hay política. Así que nos guste o no todo edificio se convierte en una declaración política". El BCE es un peso pesado, pues que se note.

Ya puestos a construir narrativas (Ezquiaga se quejaba en un debate radiofónico hace unos días de la falta de narrativa en los proyectos urbanísticos de Madrid), rápidamente presentamos una: a mí ese tajo en forma de vertiginoso vacío que recorre el edificio de Prix por todo lo que vendría a ser su costillar me da que es una premonición. ¿Qué puede ser esa porción cortada a cuchillo que le falta al edificio europeo? Pues claro, Grecia. Los griegos tienen los días contados en el euro, que si Grexit, que si Graccident, y es que el único capital que tienen es el erótico, especialmente concentrado en la persona de su ministro de economía Varoufakis. Esto no lo digo yo, lo afirma la socióloga británica Catherine Hakim. ¿Se quedará Grecia sin el cielo protector europeo con la que está cayendo fuera?

Esperemos que el nuevo edificio sirva  para aportar buenas vibraciones a los líderes económicos europeos, y que el modelo europeo de consenso (lento, pesado y desesperante pero infinitamente mejor que el asalto, propio de dictaduras bananeras) permita evitar la deconstrucción de la fatigada Europa. Con lo que ha costado construirla.




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