viernes, 26 de diciembre de 2014

Luftwerk


Qué sería de la Navidad sin sus luces...Luftwerk han iluminado de una manera muy especial la casa Farnsworth de Mies. No te pierdas el video.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Belenes


Pues volvió la Navidad. Hoy te traemos varios belenes y los arquitectos que bien podrían tenerlos en sus casas...
Chipperfield

Zaha Hadid

Niemeyer


Herzog & De Meuron

Moneo


Jürgen Mayer


Delugan Meissl

Tadao Ando
Eisenman

Pallasmaa
Shigeru Ban

Foster


Piano
Koolhaas (sí, es un belén)


                                                           Kéré

Gehry
Buckminster Fuller (sí, también es un belén)



domingo, 14 de diciembre de 2014

Ventanas indiscretas


"En la obra de Modiano se repite una y otra vez la imagen de esas ventanas iluminadas en la noche de las que no podemos apartar la mirada. “Nos decimos que detrás de ellas alguien a quien hemos olvidado espera nuestro regreso desde hace años, o bien que ya no hay nadie. Salvo una lámpara que se ha quedado encendida en el piso vacío”.' (Gustavo Martín Garzo. La muchacha indecible en El País).

"La cabaña, que al mismo tiempo evoca el origen de la arquitectura y niega sus intereses y valores, posee otra característica compartida con los pequeños objetos arquitectónicos de autor: el enigma de su morador. La pequeña cabaña aislada acoge a un individuo-centro y niega la vida en comunidad. Su ocupante ha optado por la soledad y el aislamiento, aún temporalmente. La cabaña habitada nos interroga con los signos de la presencia de su ocupante: la chimenea humeante, la luz en la ventana, la bicicleta junto a la puerta,... Como la prudente Gretel en el cuento de los hermanos Grimm, o en la ópera de Humperdinck, la cabaña nos atrae y nos excluye. Recelamos de la reacción de su ocupante a nuestra intromisión. Las cabañas de Heidegger, de Hamsun, de Lawrence, o las de Mahler, de apariencia rústica y despersonalizada, poseen el misterio de un pequeño velero en alta mar. Avistado en la lejanía, su escasa envergadura en la mitad del océano, suscita una pregunta que no tiene sentido ante un gran transatlántico ¿Quién navega en él? (Fernando Agrasar, Lugares que fueran... en Cabañas para pensar).

"Como construcción material, un edificio no es un objetivo o un fin en sí mismo. Modifica y condiciona nuestra experiencia de la realidad: un edificio enmarca y estructura, une y separa, facilita y prohíbe.(...) Como consecuencia de esta acción implícita, el encuentro corporal con una estructura arquitectónica, su espacio y su luz, constituye un aspecto inseparable de la experiencia. Las imágenes arquitectónicas son invitaciones y promesas: el suelo es una invitación a levantarse, estabilizarse y actuar; la puerta nos invita a entrar y pasar a su través; la ventana, a mirar fuera; la escalera, a subir y bajar. (...) La esencia poética de la arquitectura no puede presentarse con más intensidad que cuando oímos caer con fuerza la lluvia sobre un tejado que nos protege o cuando vemos una luz, en la ventana de nuestra casa, que nos da la bienvenida en la oscuridad de una fría noche de inverno". Juhani Pallasmaa, La imagen corpórea).

lunes, 8 de diciembre de 2014

Más madera



Un Guggenheim de madera
 Pues vamos a seguir con la madera. En Helsinki acaban de dar a conocer los cinco finalistas del Guggenheim que se planea construir en la capital báltica. Todos ellos con un punto en común: el uso de dicho material. Aunque aún es difícil hacerse a la idea dado que los proyectos están algo verdes, por ahora me decanto por el que ves en la foto. No se sabe de qué estudio es, el dato se mantiene en secreto, pero me da que puede ser de Jürgen Mayer (el que nos la dio con queso en Sevilla). Aquí tienes más fotos y una descripción del edificio, una amalgama de torres que se compara a un cofre del tesoro o a un faro. El jurado pone pegas a la cantidad de ascensores que van a hacer falta para llevar a los visitantes a las distintas salas.
Chipperfield, como Hansel, perdido en su bosque de ficción
Sigo. ¿Sabías que Chipperfield va a dar una vuelta a la Neue Nationalgalerie que levantó Mies en 1968 en Berlín? (Dios los cría y ellos se juntan). Justo antes de la restauración el sobrio arquitecto muy presente en España ha montado una instalación en el museo consistente en poner literalmente un bosque (144 troncos de abeto) en el interior de la diáfana construcción. La exposición se llama "Sticks and Stones" (Palos y piedras) en referencia a un dicho inglés que reza así: "Sticks and stones may break my bones / But names will never hurt me" que viene a querer decir que hay que pasar más de lo que digan de tí (una interesante lección en una semana en la que ha habido no pocos palos por aquí, por cierto). De paso también hace referencia al intenso proceso de andamiaje que espera al museo durante al parecer varios años de detallada restauración (no en vano fue el propio Mies el que dijo aquello de que "Dios está en los detalles"), a la presencia del bosque en el folklore germano (quién no recuerda Hansel y Gretel) y por si fuera poco pretende además reivindicar la forma de la columna, secuestrada por la arquitectura nazi y convertida en símbolo autoritario. Recientemente en The Guardian el arquitecto al que la curva se le antoja demasiado ruidosa alababa el pathos alemán: "La guerra y el hecho de que Alemania tuvo que reconstruirse a sí misma espiritualmente tanto como físicamente implica que es una sociedad mucho más reflexiva que la inglesa. La nuestra es una cultura basada en el éxito. Si algo tiene éxito tiene éxito. Mientras que en Berlín hay mucho debate
Koolhaas ecocool
sobre el significado de las cosas". Recordemos de paso lo muy valorado que Chipperfield está en Alemania, donde su austera arquitectura ha encontrado más reconocimiento que en su propio país. Dejamos a Chipperfield con otra interesante cita de dicho artículo acerca del tradicional desamor británico hacia Europa: "Me parece un punto de vista sobre el mundo nada generoso. Sospecho que esta tendencia hacia lo pequeño en lugar de hacia lo grande es protectora, traza líneas y me resulta retrógrada".  Ahí queda eso. Sigo. Lo de los árboles transplantados contra natura dentro de edificios donde la estructura de acero marca aún más el contraste no es de todas formas invento del arquitecto inglés. Rem Koolhaas lo ha hecho también (y de manera permanente) en su Kunsthal de Rotterdam, tanto dentro, en forma de columna, como fuera ejerciendo de barandilla. Queda curioso, pero no deja de ser una especie de cuerpo extraño cuyo único uso es quitar hierro (nunca mejor dicho) a tanto acero. Aunque también fosilizados, los árboles incorporados a una casa japonesa por el arquitecto Hironaka Ogawa por el contrario tienen un sentido mucho más profundo para la familia que la habita. Cuando se decidió ampliar la casa familiar utilizando una parcela anexa  los dueños quisieron mantener los árboles en los que su hija había jugado tantas veces y que habían estado presentes en sus vidas por más de 35 años. Fueron cortados, deshidratados y alojados en el interior de la nueva casa construida para la
No sin mi árbol
hija, ya crecida, y su esposo. ¿Te imaginas apoltronado en el salón junto a los árboles familiares escuchando sin ir más lejos el tema Twilight de Vangelis? Fijo acabas levitando un metro. ¿Cómo? ¿Que qué dice esa sensual voz (en japonés por cierto) con una cadencia como de haiku? Me temo que esto es ya un poco irse por las ramas, pero venga va, todo sea por la  transversalidad: "El día cae en el atardecer. Es la magia del tiempo. A la misma hora mañana habrá otra magia. Es cuando los colores se tornan sabores, y los sabores se tornan colores. Y es cuando las sombras se diluyen en un azul profundo...". Si puedo seguir ya con temas arquitectónicos decir que puestos a preservar árboles hubiera tomado nota de la casa Levene de Eduardo Arroyo (el arquitecto, no el pintor). Y aprovechando que seguimos en Japón, en este punto también podríamos hablar de Toyo Ito y su, digamos, fijación arbórea, pero ya nos estamos alargando mucho. La última foto es para el respetuoso muro de Bernard Rudofsky, el autor de Arquitectura sin arquitectos, en la casa Nivola de Nueva York:


domingo, 30 de noviembre de 2014

Dulces paraísos



Ya está bien de tanto frío hormigón, hoy te llevo a esta cálida sauna del estudio canadiense Partisans. Por un momento me ha recordado a una de las cápsulas de la Nakagin que harta del estrés de Tokio hubiera decidido cruzar el Pacífico y buena parte de América del Norte para ir a dar, exhausta pero feliz, a este aislado enclave del lago Hurón en Canadá. A mí no me importaría nada pasarme allí tres días con la compañía apropiada (e incluso solo). No creo que tenga wifi, eso sería ya mucho pedir, pero qué le vamos a hacer, no se puede tener todo. Al parecer hay gente intrépida que ha sido capaz de soportar hasta una semana sin internet y han sobrevivido para contar la experiencia. No sé, lo mismo escribes el libro de tu vida. Fíjate aquí al lado la casita donde
"Aunque los amantes se pierdan quedará el amor" (Dylan Thomas)
Dylan Thomas escribía, en el estuario del Tâf en la localidad galesa de Laugharne, que sin duda le ayudó a crear su obra. El escritor, que se dio a la poesía o al teatro con tanta intensidad como a la bebida, seguro que escribió aquello de "No entres dócilmente en esa buena noche,/ Que al final del día debería la vejez arder y delirar;/Enfurécete, enfurécete ante la muerte de la luz" (aquí en inglés) inspirado por las magníficas vistas del atardecer desde su writing shed. O igual vas y redescubres tu corporeidad que diría Pallasmaa (y la de tu acompañante), ahora que con tanta vida virtual, enredados en la Red de redes, vamos camino de convertirnos en entes etéreos, platónicos, inmaculados. Como le pasó al protagonista de El cortador de césped, que acabó diluyéndose en el ciberespacio. Pues eso, recupera tu cuerpo antes de que sea demasiado tarde, con sus imperfecciones y cicatrices, como decía Bob Dylan (que mira tú por donde tomó su apellido artístico en homenaje a Dylan Thomas): “Si no crees que este dulce paraíso tiene un precio, recuérdame que te enseñe mis cicatrices”. Bueno, pues yo me despido ya, que empiezo a no sentir las piernas.

sábado, 22 de noviembre de 2014

Nostalgias

Manchester separated

Siguiendo con los muros, otro que va a caer, o casi, es el de Manchester. La ciudad británica tiene desde hace ya 12 años el muro que ves en la foto erigido dentro de un proyecto urbanístico para mejorar el entorno de los Piccadilly Gardens. A menudo los vecinos de la ciudad lo habían comparado con el muro de Berlín  alegando que seccionaba de manera gratuita el parque y su color grisáceo resultaba deprimente (juzga tú mismo viendo más fotos). La intervención cuestionada es de nada más y nada menos que Tadao Ando, el boxeador y arquitecto autodidacta japonés al que, como creo ya he comentado alguna vez, debo mi afición a la arquitectura. Pillé un libro sobre él hará cerca de veinte años en una biblioteca pública una tarde que recuerdo lluviosa y nostálgica, así como por azar, y me quedé tan prendado que me lo llevé a casa de inmediato;  luego saqué otro y aún un tercero, y oye, aquí sigo. Ando, a qué negarlo, ciertamente no es la alegría de la huerta. Su obsesión por el crudo hormigón, su austeridad casi monacal y las formas habitualmente cúbicas de sus edificios son rasgos que hay que comprender desde un ascetismo con el que no todo el mundo tiene por qué comulgar.  "Mi objetivo primordial como arquitecto ha sido ofrecer a la gente una situación arquitectónica que alimentara el espíritu" decía allá por el 2000 en una entrevista con Michael Auping. No mucho antes antes ahondaba en la la idea ante el mismo interlocutor: "Creo que las ciudades de hoy son mucho más complejas y densas y que hay una necesidad real de crear espacios que sugieran soledad y libertad espiritual. Creo que eso se logra mediante el orden y la sencillez y no mediante ornamentos sucesivos. Tiene que ser una calidad que la gente perciba inconscientemente, una sensación de conciencia y contemplación. Si ofrecemos la esencia del espacio y la forma, el individuo la completará con su imaginación". Pues no parece que haya sido el caso en Manchester, que por cierto tiene un estilizado rascacielos (la Torre Beetham) no menos austero y espiritual (si un rascacielos puede serlo) que los diseños de Ando (y con un curioso parecido al hotel de Perrault en Barcelona).

Una acogedora casa de Ando... (pues a mí me gusta, qué pasa)

El caso es que un periódico local se lió la manta a la cabeza y lanzó una campaña alegando que dos tercios de sus lectores estaban en contra del muro. La suerte de consulta popular hizo mella en el consistorio, que se mostró dispuesto a derribarlo hasta que echaron cuentas y se dieron cuenta de que la gracia iba a costarles como mínimo 60.000 eurillos, así que han optado por darle alegría a base de construir restaurantes y tiendas a su vera y una azotea con jardín, además de pintarlo con murales. Un poco como lo que no hace mucho proponía un infógrafo guasón que representó la también severa Villa Savoye cubierta de graffiti. Y yo me pregunto, antes de perpetrar semejante barrabasada, ¿habrán consultado a Ando? ¿no sería mejor proponerle a él que haga algo para mejorar su triste muro?



Búnker atávico de Aravena en Chile (pues también me gusta)
Precisamente hace unos días recibía el último número de Arquitectura Viva que venía titulado Mass is More (La masa es más) y mostraba en portada una espectacular foto de unas oficinas en Santiago de Chile a cargo de Alejandro Aravena, edificio brutalista de hormigón armado que seguro será del agrado de Ando. Y es que, aparte de sus (discutibles) virtudes estéticas, esta suerte de paroxismo volumétrico tiene sus ventajas, como apunta Luis Fernández-Galiano en el editorial: "La recuperación de la construcción masiva no es tanto un gesto de nostalgia  hacia las arquitecturas grávidas y permanentes del pasado como una inteligente proyección hacia un futuro donde los edificios no sean consumidores voraces de energía". Estos muros de espesor considerable aportan una inercia térmica que almacena el calor y lo revierte lentamente hacia el interior como en las casas de pueblo de toda la vida. Eduardo Prieto, que casi se ha escrito él solo el número de la revista, añora en el artículo central (Razones de peso), la masa pura y dura frente a una modernidad en la que lo que se impone es la disolución de lo sólido en lo líquido o lo etéreo y cita a Marx definiendo su época como aquella en la que "todo lo que era sólido se disuelve en el aire". Prieto parece hacerse eco de la muy en boga nostalgia por esa dialéctica decimonónica según la cual no habría más color que el blanco o el negro, frente a un mundo actual donde empezamos a estar fatigados de tantas tonalidades de gris. Lo pesado frente a lo light. La famélica legión frente a la casta. No sé tú, pero los periódicos cada vez más atufan a una mezcla de podrido y rancio, como cuando entras (quién no ha caído en esa tentación malsana) en un búnker abandonado.

Búnker holandés (este de verdad) reciclado en escalofriante mirador

¿Sabías que no hace mucho hubo una exposición de nombre Bunker Archéologie en París comisariada por Paul Virilio? Lo cuenta Antonio Bonet Correa en Arquitecturas singulares, donde se dedica un capítulo a dichas construcciones. Así las describe el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando: "Ocultos o desafiantes, con sus masas pesadas y grises, con sus estructuras compactas (...) son obras de perfil moderno y extraño, irreal y onírico. Con su aire de cascos abandonados o de obús, por su "brutalismo" parecen seres u objetos primitivos y elementales. También evocan antiguas civilizaciones, ofreciendo reminiscencias de viejos cultos funerarios. Su arquitectura recuerda a la de las mastabas, las tumbas etruscas y las estructuras aztecas. Su área está está poseída por lo religioso, de soledad y muerte. No en vano, a causa de la terrible derrota que sufrieron, por resultar inútiles como defensas, los califica Virilio de "monumentos funerarios del sueño alemán".'

El imaginativo mercado inmobiliario americano

 Hablando de búnkeres, aquí a la derecha tienes algo parecido a uno. Es un antiguo depósito de misiles en Kansas durante la guerra fría. De cuando todos dependíamos de un botón. De cuando, de nuevo, no valían las denostadas medias tintas. Resulta que a un avispado constructor no se le ha ocurrido otra cosa que rehabilitar el missile silo y convertirlo en viviendas de lujo a prueba de cataclismos de todo tipo. Tiene de todo: piscina, granja acuapónica, cine... aseguran que 70 personas podrían sobrevivir en su interior durante cinco años. Vamos, que a inercia térmica no le gana nadie. Tiene muros que casi llegan a los tres metros de anchura y cada hoja de la puerta de entrada pesa más de 7 toneladas, así que ojo con olvidarte las llaves. Los áticos de 320 metros cuadrados salen por unos 3,6 millones de euros, pero tranquilo, también tienes pisos más económicos desde 1,2 millones. El primer silo ya está vendido, pero ya están acondicionando otro, así que te dejo el enlace por si te interesa.

Cubierta del álbum Europa de Holly Johnson

Ya puestos, sigo con posibles usos bizarros de un búnker. Te cuento otro que se las trae. ¿Recuerdas a Holly Johnson, líder de Frankie Goes To Hollywood?  Bueno pues acaba de sacar nuevo disco tras quince años de silencio y uno de los temas (Europa, que además da nombre al álbum) resulta que lo empezó a componer allá por 1990 junto al mago de los sintetizadores, Vangelis, en el estudio de éste que estaba por aquel entonces nada menos que en un búnker del Bois de Boulogne en París (Johnson era un fan de Blade Runner, y como quizá sepas Vangelis hizo la banda sonora de dicha película). Ahora se han vuelto a reunir y lo han terminado. ¿Quieres saber cómo suena?   Observa toda la nostálgica parafernalia electrónica, ya ajada pero aún con tirón del músico griego apoyando una letra muy oportuna (mira que tiene guasa que un inglés y un griego dediquen una canción a Europa), aquí te pongo un extracto y así practicas tu inglés:

"Europa - power in your hands
We've lived through all the changes
Now we've had enough
Of being perfect strangers
Now we talk to Europa
Europa - after the rain
Things will never be the same
The walls are down
Our hope is new
See the light come shining through
Now we talk to Europa".

Pues eso, que hay demasiadas lecciones que aprender de muros y búnkeres como para volver a pesados maniqueísmos trasnochados.

viernes, 7 de noviembre de 2014

La arquitectura de la felicidad

Alain de Botton, autor de La arquitectura de la felicidad, estuvo en el Rijks

"Uno de los indicadores de sostenibilidad o insostenibilidad clave y sintomático, que atraviesa otros, debería consistir en determinar si en cada territorio lo que aumentaron fueron los muros, las vallas, las autopistas y las divisiones o lo que aumentan son los espacios públicos, los edificios comunitarios, los centros culturales, los lugares de reunión, etc. Desde la crítica de la arquitectura es importante establecer diferencias, dar a conocer qué arquitectos han colaborado en crear espacios de convivencia, como Lina Bo Bardi en Brasil y Jakoba Mulder y Aldo Van Eyck en Holanda y cuáles, más allá de su discurso teórico, han contribuido a crear más barreras y segregación, como Jean Nouvel, Renzo Piano, Richard Rogers, Ricardo Legorreta, Alberto Campo Baeza o tantos arquitectos cómplices de la construcción de urbanizaciones cerradas, edificios que actúan como barreras o como objetos aislados y agresivos en el entorno; sibilinos maestros en el arte de crear muros, fortalezas, divisiones y obstáculos, sin que se note.(...)
El escritor y crítico de arte John Berger propuso unos emocionantes "Diez mensajes sobre la resistencia ante los muros", donde hablaba de "esta tierra en la que no hay felicidad sin un deseo de justicia". John Berger concluía: "Las multitudes tienen respuestas a preguntas que aún no se han preguntado y tienen la capacidad de sobervivir a los muros"". (Josep Maria Montaner, Zaida Muxí, Arquitectura y política. Ensayos para mundos alternativos).

domingo, 2 de noviembre de 2014

La tristeza del orden



“`El origen de la tristeza —dice Antonio Dyaz en la revista Yorokobu— es la falta absoluta de desorden´.(...) El desorden, aunque no la plena embriaguez, proporciona el genuino acicate para innovar, nutre la imaginación y la transgresión creadora.(...)
Una porción de desorden es un trago de buena vida no siendo la vida en conjunto otra cosa que una dura ración de un cocido duro y mal guisado.(...)
Desorden más desorden da en llamas y chisporroteos eléctricos. Pero orden más orden confirman apilados la terca estampa de la página o lienzo en blanco.
Crear es desordenar y desordenar es escarbar el muro de otro sistema propenso a la sorpresa. Patinamos (supuestamente) sobre un mar bruñido en la infancia, patinamos sobre el deslizante inconsciente durante toda la vida pero ¿qué será este mareo de carriolas trágicas y psicológicas sino un conflicto muy vivo que sólo acabará siendo allanado por el muy rectilíneo advenimiento de la muerte?". (Vicente Verdú, La tristeza del orden).

viernes, 24 de octubre de 2014

El pequeño Nicolás

¿Una tienda de Zara? No, el último Stirling
¿Puede un edificio ser premiado con el más alto galardón arquitectónico de la Gran Bretaña (el Stirling) por, entre otras cosas, su "algo estrafalario sentido del humor"? Pues sí, según la declaración del jurado. Hablamos del Teatro Everyman en Liverpool del estudio Haworth Tompkins Limited. No se puede juzgar un edificio por unas pocas fotos, pero no es menos cierto que también se dice que la primera impresión es la que cuenta. Si es así, no se si reír o llorar. Veamos qué dicen los profesionales. La crítica británica, cañera como pocas, lo alaba sin mucho entusiasmo: Rowan Moore, tras señalar que no se pueden comparar peras (el Shard o el Centro Acuático de Hadid) con manzanas (el Everyman o el
El Everyman, "complementándose bellamente con su entorno" (sic)
 LSE de O’Donnell y Tuomey, ese espectacular origami de ladrillo), se decanta de entre todos los finalistas por el LSE, aunque pone al teatro segundo en su quiniela. Oliver Wainwright, que últimamente no paramos de mencionar, señala que los arquitectos siguieron fielmente las órdenes de la directora artística del teatro (Gemma Bodinetz), quien les conminó a hacer un edificio que no fuera muy pijo y que retuviera la "calidez, terrenalidad ["earthiness", a ver si se te ocurre una mejor traducción] y humanidad democrática", del antiguo teatro (del que el actual es una profunda remodelación). Otro de los puntos fuertes del edificio es que se han reutilizado en un 90% los materiales del antiguo teatro. Y luego, como decíamos, vienen las peculiares alabanzas del jurado del premio por su quirky sense of humour. O sea, y  entro ya a saco, que ese aspecto de grandes almacenes de los años 50 con chimeneas como de transatlántico felliniano (¿a santo de qué?) en diálogo de besugos con el edificio neoclásico pegado a él, tiene un puntito de pitorreo arquitectónico que hay que apreciar. Steven Hodder, director del RIBA, va más allá, señalando que el teatro "se complementa  con gran belleza con los edificios protegidos que le rodean, siendo un ejemplo pionero de cómo construir un gran edificio público atrevido y decididamente sostenible en el centro histórico de una ciudad". Hodder, ¿estás tú también de coña? ¡Pero si se está cachondeando de su entorno!

 Extrapolando, a mí todo esto me recuerda un poco a otro personaje con un quirky sense of humour, en este caso autóctono, el pequeño Nicolás.
105 vecinos de Liverpool nos miran desde los parasoles de la fachada
 Sí hombre, ese donnadie con pinta de no haber roto un plato en su vida que a base de body language asertivo, grandes dotes teatrales, errores sonrojantes en la seguridad (al final fue en la embajada americana donde le tuvieron que pillar), look aznarista y una probable tuerca floja ha llegado a colarse por la patilla hasta en el besamanos de sus majestades. Y por cierto, entre paréntesis, que la actualidad obliga, qué me dices de Gehry, otro al que también le acabamos de descubrir un peculiar sentido del humor. Fíjate de qué manera más efusiva nos agradece la concesión del Príncipe de Asturias de las Artes. La foto bien puede servir como acta de defunción (como si hiciera falta) del starsystem arquitectónico. Él lo inició (en Bilbao) y ahora lo fulmina en Oviedo. Pues que le aprovechen los 50.000 eurillos del galardón. Vuelvo al Everyman. Para mí que el teatro de Liverpool es un pequeño Nicolás arquitectónico, un edificio que ha logrado colarse en lo más alto del podio porque el Shard cae mal, a Hadid la premiaron hace poco, a O´Donnell y Tuomey el RIBA les acaba de dar la Royal Gold Medal y la biblioteca de Birmingham es demasiado ruidosa. Lo que  vende ahora en las islas es el perfil bajo, ser muy guay y la coña marinera. Acabo con una cita de Will Gompertz hablando sobre los (escasos) puntos en común de los candidatos al Stirling: "Guy Debord hablaba de una Sociedad del espectáculo en los 60, vivimos en ella. Y es esa actitud -no una estética- lo que une a estos edificios. Uno es literalmente un teatro, los otros cinco aspiran a serlo. Somos los intérpretes para los que los arquitectos han creado estos escenarios sobre los que se nos invita a relacionarnos, observar y actuar. A Shakespeare todo esto le habría divertido: Hoy en día el mundo es verdaderamente un escenario". Que se lo digan al pequeño Nicolás.